Animales en familia
- Por Redacción

La protectora Sara pone en marcha un programa de acogida para ejemplares necesitados ante el desborde de sus instalaciones
El aumento de personas que deciden adoptar, tanto en Lanzarote como en el resto de las islas, ha conseguido que muchos animales en situación de desamparo encuentren de nuevo un techo y tengan la oportunidad de vivir, por primera vez, con una familia sin sufrir abandono o malos tratos. Pero poco se sabe de la vida de estas mascotas antes de encontrar a sus adoptantes. En muchas ocasiones, esperan a su nueva familia en una casa de acogida. En el calor de un hogar temporal donde les orientan y preparan para un vida en familia. Es el objetivo del programa puesto en marcha en la isla por la protectora de animales Sara. La saturación de las instalaciones y el creciente aumento de animales abandonados, especialmente gatos, hace que la medida se convierta en alternativa a una realidad desesperada. “Las asociaciones están empezando a potenciar este mecanismo, sobre todo, para los casos más delicados como animales en la última etapa de sus vidas o aquellos con problemas para socializar”, cuenta Aroa Saavedra, voluntaria y perteneciente al Programa de Acogida Permanente (PAP) de Sara Lanzarote. Las familias de acogida ayudaran a los animales proporcionándoles una mejor calidad vida, dándoles cariño y educándolos. La protectora, por su parte, se encarga de los gastos económicos que se deriven del animal, así como alimentación, tratamientos veterinarios, medicamentos, transporte, etc. Hacerse casa de acogida es una buena opción para aquellas personas que no puedan adoptar. “Tengo tres perros grandes, uno de ellos de acogida. Los perros que están en este Plan son los que tienen difícil adopción, bien porque tienen un problema o porque son mayores. En mi caso, acogí a Australia, un perro de 12 años en el que nadie se fijaba y descubrí que es el perro más bueno del mundo. El cometido de este plan es que estos perros conozcan el calor de un hogar antes de morir y es lo que intento. Sara es responsable de la comida y la atención veterinaria que el perro necesite. Así que para mí no es una carga, solo tienes que dedicarle tiempo y ellos te lo devuelven en amor”, apunta.
Rápida integración
Una casa no es un hueco que se tiene libre unos días, ni una opción para saber si nos gusta o no convivir con un perro o un gato. Es importante ser conscientes de que los animales necesitan un hogar. “Los animales que precisan de un hogar suelen tener dificultades. Sin ser egoístas, podemos ofrecer nuestra casa, nuestro amor y cuidados a un viejito y que viva lo que tenga que vivir con dignidad y todo el amor que se merece. Hay asociaciones que tienen programas de acogida para animales mayores, y de verdad es una experiencia preciosa aunque pueda resultar dura, siempre contarás con el apoyo de muchas personas que realizamos la misma labor”, anima Aroa. Del mismo modo, no hay que olvidar que la acogida puede durar días, semanas o meses mientras aparece la familia final. Eso significa que pueden llegar largos periodos de cuidado del animal incluido el tiempo vacacional. “Aunque es muy bonito ayudar, si no se está seguro de asumir el compromiso es mejor no hacer nada puesto que los cambios perjudican mucho”, indican desde la protectora. “Me encantan los animales desde que tengo uso de razón y me siento llena y realizada al poder ayudarles. Australia es el negro, el abuelo de la casa y se ha integrado muy bien con mis cachorros. La marrón es Lía, la princesa, tiene dos años y la encontré en un contenedor de basura con 10 días. Yo le di biberón, calor, le ayude a hacer necesidades, soy su madre, la primera persona que vio cuando abrió los ojos y la que sigue a su lado hoy en día. Y la otra es Saki, ahora tiene 4 años, la adopté en Sara con 3 meses”.
Voluntariado
La acción de Aroa no se limita a fronteras de su casa, colabora activamente en Sara como apoyo a distintas tarea emprendidas por la protectora. “Antes iba a Sara a pasear perros, poner lavadoras, limpiar…Pero me acabo de titular como auxiliar de clínica veterinaria y ahora hago un trabajo más importante: muchas consultas, curas, operaciones, y todo lo que se hace en una veterinaria pero por partida doble, en Sara no se para nunca. Cuándo creemos que ya hemos acabado llega el típico accidentado de última hora. Es un trabajo muy duro la verdad, hay muchas pérdidas, pero la satisfacción de ayudarles lo vale”, sostiene. La labor de esta amante y defensora de los animales no es el único. Teo y Luis decidieron también abrir las puertas de su casa a una pareja de gatos que estaban pasando por una situación difícil hasta que encuentren un hogar definitivo. Los mininos se suman a una familia donde ya existían un perro y un gato. Pero no todo es idílico cuando decides ser casa de acogida. “Hay días que uno tiene mayor estrés, más tensiones, porque quieras o no son más atenciones que prestar y a veces puede no colmar las expectativas…pero también es más cariño, más compañía y más alegría y eso lo compensa todo”, aseguran. Ellos lo tienen claro y aconsejan a todo aquel que pueda a que participen en el programa de acogida como la mejor manera de ayudar a los animales y a la protectora. Antes de dar a un perro en acogida la protectora organiza una reunión personal con el interesado para conocer su disponibilidad y partir de ahí llega la convivencia.