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“Meterse a cura llena la vida”

  • Por  P.V.D./Fotos:Cedidas
“Meterse a cura llena la vida”

Primer sacerdote conejero en muchos años, Nicanor Bermúdez Paez oficiara su primera misa en La Graciosa el próximo 17 de octubre.

 


 

Nicanor es uno de los últimos sacerdotes ordenados en la diócesis de Canarias,- el 10 de octubre recibió la imposición de manos del Obispo Francisco Cases que lo consagra como tal-, pero no solo eso, es también el primer cura en muchos años nacido en Lanzarote. Para él este año se cierra de manera especial, ya que comenzará su ministerio sacerdotal en una parroquia de Valle Seco, en Gran Canaria. Horas previas a su ordenación compartió con Jable su experiencia, su “opción de vida”, como le gusta reconocer. “Lo vivo como un acontecimiento de gracia. Es la respuesta a una llamada que sentí desde muy joven, un don de Cristo que esperaba desde hace muchos años y que llena la vida”, expresa. Su etapa como seminarista la recuerda con mucho cariño y entiende que servirá de experiencia en el camino que inicia. “Los años en el seminario se culminan ahora, fue una etapa, muy feliz y fructífera. He sido capaz de estudiar una carrera, convivir con mucha gente y adquirir unos hábitos de vida comunitaria que me ayudarán en este tiempo”, dice. Durante el último año de su formación fue destinado como diácono en la Basílica Nuestra Señora del Pino en Teror y el próximo día 19 el Vicario lo presentara oficialmente ante su nueva familia. “Tengo muchas ganas, siento mucha ilusión y agradecimiento”.

 

Primera misa

 

A pesar de su juventud Nicanor ha decidido no solo defender su Fe sino predicarla. Así, oficiará su primera misa el próximo 17 de octubre en Lanzarote, concretamente en la iglesia donde se bautizó. “Cada sacerdote elige donde quiere dar su primera misa, yo he escogido la iglesia donde me bauticé cuando tenía cinco años, he elegido La Graciosa y allí espero encontrar a mis vecinos, es un honor”, sostiene. En una sociedad incrédula y de alejada de la iglesia, Nicanor cree que un cura todavía puede aportar mucho y contribuir a lograr un mundo más habitable y mejor. “Dios sigue existiendo y les diría que vale la pena. Vale la pena seguir a Cristo pero no solo desde el sacerdocio, una vida puede consagrarse a través del matrimonio, de la familia, eso también es hacer iglesia, comprometerse con los demás”. Su mensaje es claro, aunque reconoce momentos difíciles. “Hay momentos de incertidumbre pero yo soy de los que creo que hay que poner nombre a las cosas, Santa Teresa decía que la oración salva y personalmente creo que así es”. Actual y viviendo al día Nicanor reconoce lo “duro” que es para las familias aceptar la vocación. “Ninguna vocación es bien recibida. Yo lo experimenté pero éste es un don de Dios y finalmente cuando lo comprenden el acompañamiento es tal que se vive y se comparte con toda intensidad”. Nicanor sintió la llamada de Dios siendo muy joven y hoy se complace en seguir “los pasos de Jesucristo”.

 

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