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Paralelismos

Hemos vivido recientemente un hito histórico para Canarias como ha sido la inauguración y puesta en marcha de la central hidroeólica de Gorona del Viento, en El Hierro. Como canario adoptivo que me considero, no puedo sino sentir felicidad, emoción y también una dosis razonable de envidia sana por la isla del Meridiano, que será a final de este año 100% sostenible energéticamente al abastecerse únicamente con energías renovables que sí tiene, el mar y el viento. Mientras, en Lanzarote (y también Fuerteventura), en la otra punta del archipiélago, sufre la amenazante espada de Damocles del petróleo, que es oro para unos pocos y negra ruina en forma de contaminación ambiental para el resto de los que aquí vivimos. Envidia porque nuestros hermanos herreños han tenido el apoyo necesario de la Unión Europea y de otros muchos organismos para sacar adelante un proyecto considerado en su día, hace más de treinta años, utópico. Gorona del Viento es fruto de una idea, de una ilusión aventurada surgida en 1981 de una oficina de energías alternativas de Unelco, cuando estas energías tenían pie y medio en la ciencia ficción. Sin embargo, corresponde a los grandes hombres sacar adelante las grandes ideas y cuando esto ocurre y se materializan, uno comprende que no debe conformarse con menos que la utopía porque la utopía es el mayor potencial de desarrollo y de crecimiento que puede existir. Aunque, claro, no está al alcance de todo el mundo. Tomás Padrón, ingeniero y primer presidente del cabildo herreño en la democracia, impulsor del proyecto de la central hidroeólica herreña; y Ricardo Melchior, ex ingeniero de Unelco y actual presidente del Cabildo de Tenerife, que fue quien creyó en el proyecto de Tomás Padrón y en él, han demostrado ser grandes hombres por lo que han aportado a su tierra: futuro y bienestar. Algo muy parecido ocurrió en Lanzarote unas décadas antes, cuando un talCésar Manrique regresó a su tierra, la reinventó, y la lanzó al mundo. También él lo fue, e igualmente estuvo rodeado de grandes hombres como Jesús Soto y el entonces presidente del Cabildo, Pepín Ramírez Cerdá.

 

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