El regalo de salvar vidas
- Por P.D.V./ Fotos: Teo Camaho

Un socorrista de Lanzarote pasará sus vacaciones navideñas ayudando en el desembarco de miles de refugiados en la isla griega de Lesbos.
El caso de Aylan, el bebe sirio que murió ahogado en las costas griegas nos conmovió a todos. Para evitar que otras personas que huyen y naufragan mueran ahogadas en el camino hacia su libertad, Gustavo Medina viajará a Lesbos desde Lanzarote. Durante quince días cambiará la tranquilidad de El Reducto por las gélidas aguas griegas.
Las costas de Lesbos son solo una etapa más en el trágico camino que recorren los refugiados en su huida de las bombas, pero en ocasiones se convierten en una trampa mortal para ellos. Gustavo Medina Díaz es socorrista en la Playa de El Reducto, en Arrecife. Lleva más de quince años dedicado al oficio de salvar vidas de las aguas y las corrientes, y desde hace más de un año lo hace de la mano de la empresa catalana Pro Activa. Como muchos de nosotros se ha pasado los últimos meses viendo imágenes en los telediarios de refugiados subidos en masa en frágiles embarcaciones en el mar. La situación le ha conmovido y ha decidido cerrar el año poniendo toda su experiencia al servicio de quienes buscan llegar a la costa europea y alcanzar un futuro mejor. Su destino es Lesbos, la isla griega dónde se rescatan a cientos de refugiados cada día, procedentes de la costa de Turquía. “Salgo de vacaciones la segunda quincena de diciembre y desde el primero hasta el último pienso emplearlos en ayudar. Me consta que las embarcaciones son muy frágiles, que los chalecos salvavidas son de muy mala calidad y que hacen falta más brazos”, cuenta con la emoción de quien se sabe útil. Gustavo es natural de Gran Canaria pero ha desarrollado buena parte de su labor profesional en Lanzarote. En su quehacer acumula experiencia no solo como socorrista, sino también ligado a las tareas de rescate y apoyo que brindan Cruz Roja o Protección Civil. Sin duda su mejor carta de presentación en la tarea que va a desarrollar. “En situaciones de crisis toda ayuda es poca. Soy consciente de lo que puedo encontrar, la desesperación, la tragedia… El nerviosismo cunde entre los ocupantes en cuando la embarcación se acerca a la orilla y cualquier movimiento puede hacer que el bote se vuelque y poner en peligro sus vidas”. Al mismo tiempo sabe que va preparado. “Creo que los años de experiencia me pueden ayudar a enfrentarme a ello y a echar una mano, que es lo más importante”, asegura.
Iniciativa propia
Aunque viajará a Lesbos junto a otros socorristas de la empresa catalana Pro-activa, Gustavo ha optado por viajar desde Lanzarote de forma voluntaria, al conocer la determinación de otros compañeros que ya están operando en la isla griega. “Si podemos evitar de algún modo que las zodiac cargadas de refugiados vuelquen y se den nuevos ahogamientos estaré satisfecho”, confía. Y es que el trabajo de los voluntarios que realizan en rescates en Lesbos se ha convertido en primordial ante la falta de acción y la escasa reacción de los gobiernos. Los voluntarios pasan periodos de quince días cada uno y durante este tiempo dedican largas horas a esperar la llegada de los refugiados. “No, no hay mucha preparación psicológica, la mayoría de nosotros viene del mundo de las emergencias, los rescates, personalmente he pasado etapas de muchos accidentes y he presenciado duros rescates, estas situaciones nos preparan”, dice. Las noticias que se difunden desde las costas griegas indican que a Lesbos llegan tantos botes, que los socorristas de la empresa catalana no dan abasto. Muchas embarcaciones quedan varadas a la deriva, debido a la mala calidad de los motores y a la falta de combustible. Se necesitan más recursos, mayor equipamiento y aumentar el equipo humano. “La tarea que hago en El Reducto es totalmente preventiva, sé que no es como lo que se necesita en Grecia pero estoy listo”. Tanto, que Gustavo guarda ya en su maleta el neopreno que usará en Lesbos. “El frío es otro obstáculo, ya no solo la fragilidad de las barcas o el miedo de sus ocupantes, ahora que entra el invierno también tendremos que pelear con las bajas temperaturas”. Gustavo se jugará también la vida en el rescate de otras personas, aun sabiéndolo cuenta las horas de su partida. En su destino, las condiciones climáticas empeoraron: ahora hace mucho frío y el viento provoca un gran oleaje que convierte a las barcas en barquitos de papel. Gustavo es de los que prefiere no mirar hacia otro lado.