Yurena Bernabeu, bailarina
- Por Super Usuario
“Me gusta bailar donde pueda dejar que mi vista viaje”
Texto: F. Gimeno/Fotos: Cedidas
Se mece como el viento, con dulzura y libertad de movimientos hasta que rompe el silencio de sus mecidos para danzar al ritmo de tambores africanos como una bailarina del desierto en busca de su diosa interior. Yurena Bernabeu, grancanaria asentada en la isla de los volcanes, entiende la danza del vientre como un instrumento para encontrarse a una misma y aceptarse como mujer por dentro y por fuera. Bailar ha sido y sigue siendo su camino en la vida.
¿Desde cuándo te dedicas a la danza?
Siempre me ha gustado bailar. De pequeña hacía ballet pero a los trece años tuve que dejarlo porque te vas haciendo mayor y tu cuerpo empieza a cambiar. De repente descubres que de las primeras filas te van relegando a las de atrás porque quieren esconder tu cuerpo. Además tuve un accidente en el que me fracturé dos vértebras y el médico me dijo que me olvidara de bailar para siempre. Así que intenté otras actividades deportivas pero siempre me lesionaba y vi que no eran lo mío.
¿Por qué elegiste la danza oriental?
Llegué a una clase de danza oriental de forma casual, yo era inquieta y quería darle movimiento a mi cuerpo, y de repente me topé con una clase de danza del vientre. Cuando terminó me di cuenta de que llevaba una hora sin pensar en nada, que sólo había estado delante de mi cuerpo y sola con mi mente y sentí tal calma por haber estado ese tiempo observándome y sintiéndome a mí misma que dije esto es lo que estaba buscando.
¿Existen aún ciertos clichés sobre la danza del vientre?
Es verdad que todavía se ve como un baile erótico en el que el cuerpo sigue siendo el punto principal de atracción. Esto ha ido cambiando y gracias a la flexibilidad de esta danza, dependiendo de la ropa y de la música, puedes fluir de forma que desaparezca completamente este cliché. Cada día se practica más por los beneficios que proporciona al cuerpo los movimientos de la danza oriental, tengas la edad que tengas. La danza del vientre es la danza por excelencia de la disociación, por eso pueden practicarla hasta personas en sillas de ruedas, porque puedes mover sólo la barriga, o sólo el pecho, o los brazos, o los hombros, o las manos.
¿Qué se descubre con esta danza?
Se trata de una aceptación del cuerpo de cada una. La danza del vientre me acepta mi cuerpo como mujer, acepta mis ritmos y puede expresar cualidades sutiles como la delicadeza, la fortaleza, la energía que llevamos dentro. Son todo proyecciones que van saliendo durante la danza. Cada cuerpo marca su propio ritmo. Y lo mejor de todo es que la danza del vientre lo que busca es la armonía de mi cuerpo, da igual que seas gorda o delgada, si encuentras la armonía encuentras la belleza. Cada persona tiene el mejor cuerpo posible para aprender lo que necesita, sólo hay que reajustarlo escuchándolo y sintiéndolo.
¿Es un baile consciente?
Cada clase es una oportunidad que te estás dando a ti misma para estar contigo y eso no lo consigues ni en el trabajo, ni en casa con los niños, ni corriendo en el supermercado. Además es fantástico para los lumbares y demás zonas del cuerpo que necesitan recolocarse a partir de escuchar nuestro interior, ahí podemos corregir y mejor posturas.
¿Qué beneficios destacarías?
Yo diría que la danza del vientre es un movimiento holístico que va más allá del cuerpo físico y atiende a la armonización de mente, emoción y cuerpo. Para mí la danza del vientre es un reflejo de cómo una camina en la vida. Es un camino de autoconocimiento físico, mental y emocional. Es una expresión externa pero nace de un movimiento interno propio de cada persona. La danza te permite conectar con el movimiento, el placer, el conocimiento interior, sin estructuras rígidas, respetando tu propio cuerpo.
¿Y Lanzarote ayuda?
Por supuesto. La isla tiene todas las condiciones para encontrarse uno mismo porque nos permite estar en contacto con la fuerza de los elementos de la naturaleza. Esa explosión del viento, del agua, de la tierra es la fuente de mi inspiración.
Has bailado en muchos lugares, algunos tan especiales como la Cueva de los Verdes, el Jardín de Cactus o los Jameos del Agua. ¿Qué lugar te inspira más para bailar?
Me gusta bailar donde pueda dejar que mi vista viaje y mis pies descalzos tomen contacto con la tierra. No me gusta donde hay suciedad o está mojado porque interfiere negativamente en mi danza descalza.
¿En qué estás centrada actualmente?
Ahora estoy formándome en danza terapia fusión oriental, donde casualmente mi maestra y yo nos hemos reencontrado después de los años. A nivel artístico participio en un show cabaret en un hotel del sur de la isla con actuaciones en solitario de danza del vientre. Y donde me pidan que actúe, ya sea un acto benéfico o una colaboración con otros artistas.