El fondo y las formas
La gestión del agua en Lanzarote ha sido portada en los últimos años. Con titulares que despertaban incluso vergüenza ajena al hacerse público cómo se utilizaba ventajosamente para algunos un bien tan preciado para los isleños. Como ya es conocido tanto despropósito llevó a una privatización, rebautizada como externalización de la gestión que realizaba hasta hace poco la empresa pública INALSA. La entidad fue prácticamente desmantelada económicamente y ni qué decir del abandono de sus instalaciones. Aparentemente un capítulo cerrado, al menos y según prometieron, durante los próximos veinticinco años que Canal Gestión Lanzarote se hará cargo de la producción, gestión y distribución del agua en la isla. Simple apariencia. El líquido elemento, su distribución y alcance siguen provocando escándalos. La incautación de la desaladora privada del Plan Parcial Montaña Roja por parte del Cabildo ha generado numerosas reacciones. Entre las más críticas no solo las acusaciones de Alternativa Ciudadana que apuntan a un presunto pelotazo, sino también las quejas de la patronal hotelera Asolan y las de la secretaria general del PSOE de Lanzarote, socios del presidente nacionalista. Se cuestiona el fondo y las formas. Solo el Ayuntamiento de Yaiza avala esta operación, entendiendo que es lo más justo para los más de 6.000 residentes de la zona. El asunto se enreda ahora en litigios judiciales y será la asamblea del Consejo de Aguas quien aporte más datos en estos días. Me alejo ahora de la actualidad para ahondar en una cuestión, manida pero necesaria: las formas del responsable público. La necesidad del rigor en los procedimientos, sean de la índole que sean, es más que recomendable en la práctica política. Y hablo de la actividad política porque entiendo es donde más se percibe por parte de los ciudadanos cierta degradación de los buenos hábitos. La cortesía, la comunicación, las buenas maneras no están pasadas de moda. Más bien dentro de las formas se encierra toda sabiduría. Y es que no todo vale en la defensa del interés general. Sin seriedad y sin comunicación se desvirtúan garantías. Es, o debería ser, regla de oro para todo aspirante a político entender la formalidad con la que deben manejarse determinados asuntos. De hecho, en pleno proceso de selección de aspirantes a cargos públicos no estaría de más para las agrupaciones políticas repasar algunas lecciones. Nuestros representantes se muestran incapaces de escucharse, de entenderse o de tratarse con respeto, sobra poner ejemplos. Si realmente se busca provocar un cambio, en estos momentos de incertidumbre, angustia y larga crisis, han de empezar por recuperar las formas y las buenas maneras, la buena educación. A lo mejor si se recupera el estilo se encaminarán también a mejorar el destino de todos. Que así sea.