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Terapia social

 

 Un grupo voluntarios del programa de respiro familiar en planta de Pediatría del Hospital Molina Orosa alivia por unas horas los males de los niños ingresados

 

 

P.D.V /Fotos. A.P.V

 

Comparten el mismo deseo y piden el mismo regalo tanto a Papa Noel como a los Reyes Magos. Los niños ingresados en la planta de pediatría del Hospital Molina Orosa de Lanzarote desean que la salud y la fortaleza abunde en estas fechas para seguir adelante con sus tratamientos y cuidados. Sus dolencias le impedirán salir del centro en Navidad pero mientras lo consiguen se toman un pequeño respiro gracias al programa de acompañamiento que desarrollan los voluntarios de la Asociación Pequeño Valiente.

 

La hospitalización de un niño es siempre una situación difícil principalmente para él, por cómo afecta a su estado anímico, pero también para sus padres, hermanos y demás familiares, que viven con impotencia los días de internación. En fechas navideñas la situación se hace más cuesta arriba, más dura para todos porque en muchos casos sus enfermedades les impedirán poder disfrutar de una salida navideña o del definitivo regreso a casa. Estudios recientes realizados para conocer qué piensan los peques sobre su hospitalización desvela que uno de cada tres niños se siente “algo preocupado”, uno de cada cuatro muestra sentir “algo de miedo o triste” y uno de cada ocho se siente “algo enfadado”.

 

Sin embargo, no todo es malo para ellos en el hospital. Los ratos de ocio y juegos que comparten entre ellos les abstrae de la rutina sanitaria. De la mano de la Asociación Niños con Cáncer Pequeño Valiente los chicos hospitalizados en la planta de Pediatría del Hospital José Molina Orosa de Lanzarote se toman un respiro y se olvidan por unas horas de los pinchazos, de las curas y de los exhaustivos exámenes que les realizan. Es la parte lúdica y más social que se encuentra en el hospital, esa que está protagonizada en su mayor parte por voluntarios de carne y hueso que comparten su tiempo con los niños, por supuesto bajo la supervisión del personal sanitario del hospital y los especialistas de cada caso. De esta manera para los pequeños no todo es malo, de hecho, un 94 por ciento de los niños ingresados comenta que lo que más les gusta de su estancia en el centro es precisamente el trato recibido, dicen estar “a gusto” con el personal del hospital “porque son cercanos y cariñosos”.

 

Respiro familiar

 

La Asociación Niños con Cáncer Pequeño Valiente tiene entre sus objetivo proporcionar a las familias y a los niños que tienen la enfermedad todo el apoyo necesario en las mejores condiciones posible, intentando mejorar la calidad de vida durante toda la enfermedad. Dentro de éstas premisas surge también el proyecto de respiro familiar en la planta de pediatría del Hospital General Molina Orosa, una tarea que se realiza dos veces en semana, jueves por la tarde y sábados por la mañana.

 

Los voluntarios realizan actividades lúdicas y educativas, con la idea de que los menores puedan pasar dos horas de entretenimiento, disfrutando de una actividad pensada para ellos”, explica Silvia Suárez García, miembro de la entidad Pequeño Valiente.

 

El programa no solo está diseñado para sacar a los chicos de la rutina sino también a sus padres. “Las familias de esos niños ingresados pueden descansar de la rutina hospitalaria, agradeciendo ese tiempo libre para ellos, ya que a veces pasan muchos días en el hospital acompañando a sus hijos”, comenta. De hecho, una de las metas principales del proyecto de respiro familiar es que los niños hospitalizados puedan olvidarse por un momento del lugar en que se encuentran e interactuar y disfrutar de una tarde de juegos, conocerse entre ellos, compartir y sobre todo que rían. Así por lo menos por unas horas, grandes y pequeños escapan a la incertidumbre de saber sobre su salud.

 

Los voluntarios implicados en proyecto consiguen esa finalidad: hacer que los niños disfruten de ese momento de diversión a través de las manualidades, la lectura, los juegos interactivos o los talleres pensados para ellos. Si bien, Pequeño Valiente nació como organización de apoyo y asesoramiento a familias y niños con cáncer, actualmente en el Hospital Molina Orosa el respiro familiar va dirigido a todos los niños ingresados en la planta de pediatría del centro, ya que en hasta la fecha en Lanzarote no existe la especialidad de oncología infantil a diferencia del resto de islas como Las Palmas y Tenerife, que atienden en respiro a las plantas de oncohematología.

 

Apoyo social

 

Pequeño Valiente comienza su andadura en Lanzarote en el 2016, obteniendo un importante respaldo institucional y social. “La isla se ha volcado mucho con nuestra labor, recibiendo el apoyo del Hospital General Molina Orosa, el Cabildo de Lanzarote, el Ayuntamiento de Yaiza y de Tías. Además, muchas personas y empresas han decido participar de forma altruista a lo lardo de estos años con la Asociación. “Por ello, animamos a la población de la isla de Lanzarote que participe con nosotros de la forma que puedan a través del voluntariado social, inscribiéndose como socios o bien a través de donativos para avanzar en nuestra labor que es mejorar la calidad de vida de los niños afectados de cáncer y sus familias”.

 

 

Aula hospitalaria.

 

El programa de respiro familiar desarrollado por Pequeño Valiente no es la única acción que se lleva a cabo en Lanzarote para minimizar la estancia de los niños hospitalizados. Este programa forma parte del conjunto de actividades que plantea el servicio de Pediatría del Hospital Doctor José Molina Orosa cuyo objetivo es fomentar mediante distintos actos y proyectos el acercamiento a los niños hospitalizados y a sus familias a través de una mirada más humana. Un vídeo coordinado por la docente Mónica Alonso, del Aula Hospitalaria de la consejería de Educación, hace visible cómo es el proyecto de acompañamiento a los menores https://www.youtube.com/watch?v=x_FazwuJePc

 

Ese acompañamiento ayuda a la mejora de la salud física, mental y social de los menores y contribuye a la educación para la salud, a recibir las emociones, a afrontar los miedos y a fomentar la calidad de vida y bienestar de los niños pacientes y sus familias. Todo ello promoviendo la normalización: "La enfermedad como acontecimiento inherente a la vida".

 

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