Como el agua...
Por alguna lamentable razón que, tristemente cada día es menos extraña, nos están metiendo día a día en un conflicto bélico global. Aunque a la medida de los tiempos que corren. Sí, verán. Es como un videojuego y unos cuantos psicópatas están jugando una partida múltiple en red. Sí, como los frikis. Juegan con la Paz mundial y con las vidas ajenas con un sadismo, enfermizo. Dense cuenta, damas y caballeros. Estamos en una cuasi tercera guerra mundial. Pero es una guerra de diseño, con un emplatado de final de Másterchef. Todo ocurre lejos. Lejos de ellos. Si alguno cae eliminado, aparecerá en su pantalla el consabido ‘Game Over’, sólo que éste habrá costado o va a costar miles de vidas y mucho sufrimiento. Pongamos que hablo de Ucrania. O de la Franja de Gaza. O de Siria… Guerras de religión en pleno siglo XXI. ¡Es de locos! O pongamos que hablo de Irak, donde la infamia que sembraron los de la foto de las Azores permanece, salga o no en los telediarios. Pongamos que hablo del ébola en África. ¿Alguien se cree todavía que la reaparición de este virus mortífero en escena es…, casual? Pues yo veo una medida malthusiana. Un virus desarrollado en probeta que actúa contra la gente que presiona en las fronteras. Gente que huye de los países que ellos han expoliado y que amenaza su seguridad y su bolsillo.
La humanidad está podrida porque la riqueza no fluye. Está estancada en los bancos del primer mundo. Pero la riqueza, como el agua, no se puede comprimir, porque lleva al colapso. Cuando el agua viene brava, arrasa con todo a su paso. Y cuando se convierte en nieve, puede con los ejércitos más poderosos del mundo. Ya lo hizo con el de Napoleón y con el de Stalin. Lo hará también con el poder político de Merkel, porque la llave del gas para las calefacciones la tiene Putin, que el gas es suyo. Y el invierno también es suyo… El agua es un regalo de la naturaleza, no un valor de bolsa para la especulación. Es vida. ‘Be water, my friend’.