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La isla tranquila

Por Miguel Paez (La Graciosa)

Animador Sociocultural

 

 

Después de meses con una importante productividad, en el mes de enero La Graciosa va bajando revoluciones y se va sumiendo, poco a poco, en su particular invierno. Atrás quedan las imágenes de esa notable llegada de turistas, de terrazas llenas, del tránsito de bicicletas, dando paso a calles casi vacías y al silencio. La calma se va apoderando de la isla.


Este es un tiempo que permite a la gente del pueblo reencontrarse, pararse porque ya no hay tanta prisa. Hablar unos con otros, pausadamente, sobre cómo van las cosas. Parece que la isla estuviese para nosotros solos.


La calma es algo que siempre ha acompañado a esta tierra. Poca gente en un espacio pequeño, con sus ventajas y desventajas. Algunos dicen que es el lugar ideal para criar a los niños o para retirarse, pero también que es un lugar limitado para los más jóvenes.


Sea como sea, la paz que se respira en esta zona se ha terminado convirtiendo en una de sus señas de identidad, por eso que mucha gente la elige para desconectar o encontrarse a sí misma. Verse solos en la playa, caminar sin nadie alrededor, parecen situaciones de ensueño. La tranquilidad se convierte así en un bien muy valorado, por eso que es bueno prestarle atención para cuidarla y conservarla.


Entre tanta quietud, en este territorio también hay tiempo para la fiesta, para la trasgresión. Pese a la situación actual, son muchas las personas que están deseando que este año no se vuelva a suspender el carnaval, para poder disfrazarse y echarse a la callea parrandear. Ojalá que no haya nada que se los impida.


Mientras tanto aquí seguimos, la vida en La Graciosa transcurre unos días con sol y otros con garuas. Habrá que aprovechar, ahora está la cosa tranquila, para descansar e irse preparando porque en nada comienza la nueva temporada.

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